jueves, 27 de septiembre de 2012

Kaká quiere ser útil para Mou

[foto de la noticia]No fueron ni el mejor escenario, un descafeinado Trofeo Bernabéu, ni el rival más duro, un Millonarios que sufriría para mantenerse en Segunda, para medir a todo un Balón de Oro. Sin embargo, anoche Kaká se reivindicó para mayores empresas. El brasileño marcó tres goles, asistió a Morata en otro y se marchó al vestuario con la sonrisa del que vuelve a sentirse futbolista, además de con el trofeo que le acreditó como el mejor jugador del partido. Noche redonda.
Tales fueron sus ganas que a los 16 segundos casi marca el primero de la noche. El remate, a bocajarro con la zurda en el área pequeña, se fue por poco. El 8, que no jugaba un partido desde mediados de agosto, en la pretemporada, no bajó el pistón en los 60 primeros minutos que le brindó Mourinho.
En el 14’ marcó un golazo por toda la escuadra. Apareció en el área como en los viejos tiempos, cuando la camiseta del 22 del Milan daba pavor, y colocó el balón en la escuadra y con la zurda. Golazo.
Mou dispuso un 4-1-4-1 en el que Ricardo se sintió más cómodo de lo habitual, con más jugadores a su alrededor pero no tantos por delante, aprovechó los espacios para su arrancada y pisó área con asiduidad.
Además, quiso contentar a Mourinho también en la faceta defensiva. Presionó como si se tratara de un partido oficial. Para él era, quizá, más que eso. De ahí que acabara la primera parte con hasta cinco faltas realizadas. Una cifra impropia del brasileño, que cada vez que comete una infracción se disculpa con el rival.
Enchufado
Estuvo muy metido en el encuentro. Cuando no pedía el balón abriendo los brazos entre líneas, corría en la presión transformado en Khedira, o corregía a Morata en los movimientos. En el tercer tanto tuvo una participación decisiva. Recibió de espaldas y controló de manera orientada hacia la portería. Con su potente  zancada devoró metros hasta el balcón del área, donde asistió a Morata.
La hora mágica de Kaká no acabó ahí. Acto seguido, en un córner en el que el portero colombiano, Delgado, salió a por uvas, el balón acabó prácticamente sobre la línea. Allí estaba el brasileño, que saltó y marcó... con la espalda. Un gol cómico que le arrancó esa sonrisa que tan pocas veces se le ha visto últimamente por las instalaciones de Valdebebas.
Ovacionado
Tras el descanso, el paulista bajó un poco el pistón, lógico dada su falta de minutos en este arranque de temporada. En los 15 minutos que jugó de la segunda parte estuvo menos participativo. Eso sí, cuando se acercó a una esquina para botar una falta lateral, se llevó una ovación que se repetiría minutos después, cuando fue sustituido. Antes, marcó el tercero de la noche en su cuenta particular, un hat-trick para salir del túnel. Kaká convirtió un penalti cometido por el portero visitante sobre Coentrao.
Así, feliz, con tres goles, una asistencia y habiendo portado el brazalete de capitán, se fue Kaká para el banquillo, su lugar más visitado las últimas semanas y del que, según lo visto ayer, quiere salir más pronto que tarde. El trofeo Bernabéu puede ser un punto de inflexión. Ahora la pelota de Kaká está en el tejado de Mourinho.

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