En el 14’ marcó un golazo por toda la escuadra. Apareció en el área como en los viejos tiempos, cuando la camiseta del 22 del Milan daba pavor, y colocó el balón en la escuadra y con la zurda. Golazo.
Además, quiso contentar a Mourinho también en la faceta defensiva. Presionó como si se tratara de un partido oficial. Para él era, quizá, más que eso. De ahí que acabara la primera parte con hasta cinco faltas realizadas. Una cifra impropia del brasileño, que cada vez que comete una infracción se disculpa con el rival.
Enchufado
Estuvo muy metido en el encuentro. Cuando no pedía el balón abriendo los brazos entre líneas, corría en la presión transformado en Khedira, o corregía a Morata en los movimientos. En el tercer tanto tuvo una participación decisiva. Recibió de espaldas y controló de manera orientada hacia la portería. Con su potente zancada devoró metros hasta el balcón del área, donde asistió a Morata.
Estuvo muy metido en el encuentro. Cuando no pedía el balón abriendo los brazos entre líneas, corría en la presión transformado en Khedira, o corregía a Morata en los movimientos. En el tercer tanto tuvo una participación decisiva. Recibió de espaldas y controló de manera orientada hacia la portería. Con su potente
La hora mágica de Kaká no acabó ahí. Acto seguido, en un córner en el que el portero colombiano, Delgado, salió a por uvas, el balón acabó prácticamente sobre la línea. Allí estaba el brasileño, que saltó y marcó... con la espalda. Un gol cómico que le arrancó esa sonrisa que tan pocas veces se le ha visto últimamente por las instalaciones de Valdebebas.
Ovacionado
Tras el descanso, el paulista bajó un poco el pistón, lógico dada su falta de minutos en este arranque de temporada. En los 15 minutos que jugó de la segunda parte estuvo menos participativo. Eso sí, cuando se acercó a una esquina para botar una falta lateral, se llevó una ovación que se repetiría minutos después, cuando fue sustituido. Antes, marcó el tercero de la noche en su cuenta particular, un hat-trick para salir del túnel. Kaká convirtió un penalti cometido por el portero visitante sobre Coentrao.
Tras el descanso, el paulista bajó un poco el pistón, lógico dada su falta de minutos en este arranque de temporada. En los 15 minutos que jugó de la segunda parte estuvo menos participativo. Eso sí, cuando se acercó a una esquina para botar una falta lateral, se llevó una ovación que se repetiría minutos después, cuando fue sustituido. Antes, marcó el tercero de la noche en su cuenta particular, un hat-trick para salir del túnel. Kaká convirtió un penalti cometido por el portero visitante sobre Coentrao.
Así, feliz, con tres goles, una asistencia y habiendo portado el brazalete de capitán, se fue Kaká para el banquillo, su lugar más visitado las últimas semanas y del que, según lo visto ayer, quiere salir más pronto que tarde. El trofeo Bernabéu puede ser un punto de inflexión. Ahora la pelota de Kaká está en el tejado de Mourinho.
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