Kaká se reivindicó. El brasileño marcó tres goles, asistió a Morata en otro y se marchó con el trofeo que le acreditó como el mejor jugador del partido.
El 8, que no jugaba un partido desde mediados de agosto en la pretemporada, no bajó el pistón en los 60 primeros minutos que le brindó Mourinho.
Cuando se acercó a una esquina para botar una falta lateral, se llevó una ovación que se repetiría minutos después, cuando fue sustituido.
Habiendo portado el brazalete de capitán se fue Kaká para el banquillo, su lugar más visitado las últimas semanas y del que quiere salir más pronto que tarde. El trofeo Bernabéu puede ser un punto de inflexión.
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